viernes, septiembre 14


 
EL EBRO PROBLEMA SANITARIO
Por Jesús Pariente
Artículo publicado en Heraldo de Aragón el 13 de septiembre de 2012. 

El Ebro y sus afluentes se están convirtiendo en un problema sanitario, los avances de la mosca negra y del mosquito tigre nos hacen que pensar ¿Qué esta ocurriendo en nuestra cuenca?
Últimamente el río se ha transformado, vemos como aumentan las algas, los insectos, la pesca es escasa, cada vez tiene menos agua, se secan los sotos, aumentan las especies invasoras (galápago de Florida, siluros, lucio perca, cangrejo americano, mejillón cebra, almeja asiática, etc.). Una transformación que esta ocasionando multitud de problemas importantes a los ecosistemas naturales, y al final pasa factura por el maltrato constante hacia el río, ya que se pierde la naturalidad de este.
La cadena natural del río Ebro está rota. Las especies invasoras hacen que desaparezcan o disminuya la población de peces autóctonos, como madrillas, pez fraile o barbos. Los anfibios ni se ven. Las algas prosperan ya por la mejor calidad del agua, o por que hay menos agua o por que ya no hay crecidas ordinarias. Los pájaros insectívoros como el avión, la golondrina o el vencejo están retrocediendo por la presión  a la que se somete el río, las náyades o almejas del río se están perdiendo, y aparecen otras especies invasoras con efectos desastrosos. Los insectos prosperan al tener mejores condiciones en el río.
La biodiversidad es importante para la existencia del ser humano. Todas las especies animales juegan un papel total en el sistema ecológico perteneciente a la naturaleza. Además, cada vez nos damos cuenta que el río, nuestro Ebro, debe estar en su estado natural de avenidas y estiaje que dibujan sus ecosistemas naturales. Ya no solo se altera el habitat de los animales y la flora que dependen del río, sino que empiezan aparecer los primeros síntomas hacia las personas. No hay que nadar a contracorriente, sino aliarse con él.
Los pantanos y la gran regulación de la cuenca del Ebro no dejan que vengan las crecidas que tiene que haber en invierno y primavera. Esto supone, además, que se haya creado un buen habitat para que la mosca negra, la cual pone sus huevos en estas plantas acuáticas, provocando daños grandes a la población que sufre sus mordiscos.
Azudes como el instalado en Zaragoza no ayuda nada la naturalidad del río, agravando las cosas y aumentando la cantidad de insectos en Zaragoza. Europa nos pide en su directiva que establece un marco comunitario de actuación en el ámbito de la política de aguas, que para el año 2015 haya un "Proyecto de Plan Hidrológico de la Cuenca del Ebro" en periodo de consultas, donde se determine el caudal ecológico, las demandas de agua, (la sombra de un futuro trasvase, esta encima de la mesa) los usos energético, uso agrícola, etc.
El agricultor siente que el agua es suya o que, al menos, pertenece a los que viven del campo. El agua no es un bien comercial como los demás, sino un patrimonio que hay que proteger, defender y tratar como tal.
Cada vez es mayor la conciencia social, acorde con la opinión científica, de que los ríos deben permanecer en su estado natural, sufriendo los procesos de crecidas y estiajes. La inundación de los terrenos colindantes con los cauces es una parte importante de la dinámica fluvial que resulta preciso preservar en la medida de lo posible.
El enfoque tradicional al abordar el riesgo de inundación ha sido el de plantear soluciones estructurales (construcción de presas, dragados, encauzamientos, motas de defensa, etc.). Sin embargo, estas medidas han resultado, en determinados casos, insuficientes además de producir impactos ambientales significativos. Por ello, en la situación actual de la cuenca del Ebro, y de acuerdo con lo establecido en la Directiva sobre evaluación y gestión del riesgo de inundación, resulta necesario profundizar en las medidas de gestión del riesgo, en la planificación de la ordenación del territorio y los usos del suelo como instrumentos fundamentales para mejorar la protección de la población.
¿Qué podemos hacer? No son las inundaciones lo que debemos evitar, al ser un fenómeno natural, sino los daños causados por ellas. Cuando los ríos se modifican, aparecen problemas sanitarios y económicos, pierden los pueblos y la biodiversidad.


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