martes, enero 16

Muchas verdades...

inoportunas,

*Bjorn Lomborg

(diario Expansión).

La película del ex vicepresidente de EEUU, Al Gore, sobre el calentamiento global está repleta de emociones e imágenes provocadoras, aunque carece de argumentos racionales. Lástima, dada la importancia del tema que aborda.

En Una verdad inoportuna, no sólo se advierte de que el calentamiento global es una realidad que podría tener consecuencias catastróficas; también se explica que impedirlo debería ser una prioridad absoluta. En mi opinión, aunque resulte inoportuno para el director, sólo la primera sentencia es correcta.

A pesar de que es alentador comprobar cómo Gore rompe moldes en un país donde muchos de los ciudadanos influyentes niegan la existencia del calentamiento global, muchas de sus apocalípticas sentencias pueden resultar engañosas. Su mayor error ha sido dar a entender que la humanidad tiene el imperativo moral de actuar sobre el cambio climático desde la consciencia de que existe un problema.

Para ser un político experimentado, sorprende su ingenuidad o, lo que es peor, su falta de sinceridad. Conocemos muchos desafíos globales que podrían resolverse con facilidad. Enfermedades que se pueden prevenir como el sida o la malaria se cobran anualmente la vida de 15 millones de personas. La malnutrición afecta a más de la mitad de la población mundial. Ochocientos millones de personas no tienen acceso a la educación básica. Mil millones viven sin agua potable a su alcance. ¿Por qué entonces nuestra principal prioridad ha de consistir en detener el cambio climático?

El intento de Gore de dar una respuesta no resistiría un examen.

Gore muestra imágenes de la Antártida y habla de un dramático calentamiento del 2%, ignorando que el 98% del territorio ha sufrido un significativo enfriamiento durante los últimos treinta y cinco años. De hecho, según el panel de clima de Naciones Unidas, durante este siglo, la Antártida aumentará su masa de nieve. De igual modo, apunta a una disminución del hielo marino en el Hemisferio Norte, pero no menciona el aumento de hielo en el Hemisferio Sur.

Escalofriantes imágenes

La película muestra imágenes escalofriantes sobre las consecuencias del aumento del nivel del mar y las inundaciones en Florida, Calcuta, Beijing y Shanghai. Según el panel climático de la ONU, el aumento del nivel del mar no es tan alarmante.

Gore afirma que los brotes de malaria son resultado del calentamiento global. La experiencia demuestra justo lo contrario: hace algunos siglos, durante la corta edad de hielo, la malaria fue una enfermedad endémica en muchas partes de Europa y en 36 estados de EEUU. Los brotes fueron disminuyendo a medida que aumentaba la temperatura del planeta.

Las devastadoras olas de calor que vivió Europa en 2003 han bastado para que Gore llegue a la conclusión de que el cambio climático se cobrará muchas más víctimas.

Sin embargo, en el mundo desarrollado, el calentamiento provoca menos muertes que el frío. Sólo en Reino Unido se estima que el ascenso de las temperaturas pueda cobrarse la vida de dos mil personas en 2050, aunque –como resultado– habrá 20.000 muertes menos en Francia a causa del frío.

Las pérdidas financieras por catástrofes derivadas del clima se han incrementado de forma espectacular durante los últimos cuarenta y cinco años. Esto, según Gore, es consecuencia del calentamiento global. Sin embargo, los analistas coinciden en señalar que, si todos los huracanes que han azotado EEUU hubieran tenido lugar con la actual población, el mayor daño no lo habría provocado el Katrina, sino un huracán que tuvo lugar en 1926. De la misma forma, si tenemos en cuenta el crecimiento demográfico, las pérdidas provocadas por las inundaciones han registrado un ligero descenso.

La película invita al espectador a pensar que el huracán Katrina es consecuencia del calentamiento global. Aunque Gore asegura que hay consenso científico sobre el aumento del poder destructor de los huracanes debido al cambio climático, no existe dicho consenso. En opinión del autor en el que el propio Gore basa sus afirmaciones, “sería absurdo atribuir el desastre del Katrina al calentamiento global”.

Después de argumentar las posibles catástrofes derivadas del cambio climático, Gore nos facilita su solución: propone el cumplimiento del Protocolo de Kioto, según el cual, el mundo desarrollado debería disminuir las emisiones de dióxido de carbono en un 30% en 2010. Incluso si todas las naciones se comprometieran a cumplirlo, los beneficios serían pocos comparados con los altos costes que supone que en 2100 se consiguiera posponer el calentamiento en seis años, a un coste anual de 150.000 millones de dólares (117.000 millones de euros).

Kioto no habría salvado a Nueva Orleans del huracán Katrina. Sin embargo, sus desastrosas consecuencias se podrían haber evitado con una mejora de los diques y su mantenimiento. Mientras Gore hacía campaña a favor del Protocolo de Kioto durante los años noventa, un mejor uso de los recursos habría facilitado un sistema de defensa contra el huracán.

Protocolo de Kioto

Lo importante es saber utilizar de la forma más inteligente posible los medios de los que disponemos. Los países en vías de desarrollo serán las principales víctimas del cambio climático porque tienen temperaturas más altas y menos recursos. Kioto no conseguirá impedir que esto ocurra pero estos países se enfrentan a acuciantes problemas que nosotros podríamos solventar con bastante facilidad.

Por la mitad de los costes que conlleva la puesta en práctica del Protocolo de Kioto, Naciones Unidas calcula que problemas básicos como los siguientes podrían resolverse: por 75.000 millones de dólares al año, todos los seres humanos del planeta tendrían acceso a agua potable, unas condiciones de higiene mínimas, asistencia sanitaria básica y educación. ¿No debería ser ésta la principal prioridad?

Los últimos huracanes se han cobrado la vida de miles de personas en Haití, no en Florida, sencillamente porque el nivel de pobreza de la población haitiana es tan acusado que ni siquiera permite la puesta en práctica de medidas preventivas básicas.

Combatir las enfermedades, la hambruna y la sequía no sólo proporcionaría beneficios inmediatos a millones de personas, sino que permitiría que los países más pobres aumentaran su productividad y escaparan de su ciclo de pobreza. Además, disminuiría la vulnerabilidad de sus habitantes a las fluctuaciones del clima.

En el punto culminante de la película, el ex vicepresidente de EEUU afirma que las futuras generaciones nos castigarán por no habernos comprometido con el Protocolo de Kioto. Es más probable que se pregunten por qué –en un mundo repleto de verdades inoportunas– Gore se tuvo que centrar en la que, al coste más elevado, menos beneficios reparte.


Comentarios: Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]





<< Inicio

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Suscribirse a Entradas [Atom]